Entre los problemas de comportamiento que se presentan en nuestros animales de compañía encontramos las conductas compulsivas, también denominadas estereotipias o trastornos obsesivo-compulsivos.
El trastorno compulsivo es un comportamiento que el animal realiza de forma exagerada, fuera de contexto, repetitivamente sin una función aparente. Generalmente se deriva de un comportamiento normal como puede ser el de acicalamiento, alimentación o locomoción.
Estas conductas interfieren en la vida normal del animal y pueden ser perjudiciales para él mismo, sobre todo en los casos de automutilación o de ingestión de elementos no alimenticios.
Dermatitis por lamido
La denominada dermatitis por lamido puede presentar diferentes grados de lesión en la piel. Estas lesiones ocasionadas por el lamido excesivo se observan principalmente en el carpo, metacarpo, radio, metatarso o tibia.
Este trastorno tiene lugar en perros de cualquier raza y en mestizos, aunque es más frecuente en razas grandes. Se presenta en ambos sexos y principalmente tras la pubertad. Puede estar asociado a miedos, fobias y ansiedades, como es el caso de la ansiedad por separación.
Otras conductas compulsivas
Otros ejemplos de conductas compulsivas en perros son girar en círculos o perseguirse la cola (con o sin automutilación), perseguir luces y sombras, succión de flancos, agresión autodirigida con gruñidos y mordiscos de la cola u otras partes del cuerpo.
En los gatos, lo más frecuente es la succión y/o masticación de tejidos de lana de vellón u otros materiales, el sobreacicalamiento o alopecía psicogénica felina.
Diagnóstico
Llegamos al diagnóstico a través del examen clínico etológico, el cual consta de reseña, anamnesis, observación directa del paciente, examen clínico general y examen del comportamiento detallado. Si es necesario se solicitan exámenes complementarios.
Se debe realizar siempre un diagnóstico diferencial con otras patologías dermatológicas, neurológicas, enfermedades infecciosas, enfermedades metabólicas, intoxicaciones, endocrinopatías, neoplasias, traumatismos, enfermedades degenerativas, etc. También se debe diferenciar si se trata de una conducta compulsiva o de un comportamiento para llamar la atención.
La anamnesis nos aporta información necesaria para llegar al diagnóstico. Nos permite indagar e incluir aspectos personales, como la composición de la familia y animales con los que convive. Es importante conocer la procedencia del animal y sus progenitores, así como que interacción tiene el animal con las personas de la casa. Nos aporta información de la rutina diaria, qué ejercicios realiza durante el día, paseos, juegos o de que juguetes dispone. En cuanto al problema, es importante señalar cuándo comenzó, cuánto dura cada episodio o con qué frecuencia lo realiza.
En el caso del lamido excesivo, es interesante conocer si su comienzo coincide con algún evento en especial, por ejemplo al quedarse solo. Saber cómo actúa el propietario ante esta conducta, y si anteriormente se realizó algún tratamiento y que resultados obtuvieron.
Puede ser muy útil la grabación en vídeo de un episodio del comportamiento, sobre todo cuando el animal queda solo.
Tratamiento
La forma de abordar el problema es la siguiente:
• Terapia cognitivo conductual
El primer paso para resolver el problema es informar al propietario, ya que necesitamos su amplia colaboración, que comprenda el problema y que acepte las pautas del tratamiento, así como el compromiso de todo el núcleo familiar.
También se requiere una modificación y enriquecimiento ambiental. Para ello, se deben realizar los cambios necesarios en el entorno del animal, bien sea modificando su ubicación, otorgándole un espacio lo suficientemente amplio, estimulándolo con ejercicio, juguetes interactivos, nuevos compañeros, etc.
Las técnicas metodológicas incluyen: condicionamiento operante, contracondicionamiento, desensibilización, estímulo disruptivo, etc.
Por otro lado, las técnicas cognitivas comprenden: juego estructurado, juego interactivo, resolución de problemas, agility, etc.
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Terapia psicofarmacológica
Esta terapia está enfocada a la utilización de fármacos del grupo de antidepresivos tricíclicos, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y benzodiacepinas.
Otros tratamientos que se pueden usar en estos casos son las feromonas apaciguadoras caninas y feromonas felinas.
Para el uso correcto de un psicofármaco es preciso conocer ampliamente una serie de particularidades como el modo de acción, el tiempo de latencia, los efectos colaterales o indeseables, las reacciones paradójicas, la dosis adecuada y la duración del tratamiento, las precauciones que se deben tener en la combinación de diferentes fármacos, respuesta individual, contraindicaciones, cuidados en los animales que padecen otras patologías o, en los seniles, cómo se debe realizar la suspensión del medicamento, las posibilidades de recidivas, etc.
La terapia cognitivo conductual y la psicofarmacológica tiene implementarse en forma combinada y deben ser indicadas y supervisadas por un veterinario especialista.
Pronóstico y prevención
Este problema requiere un tratamiento a largo plazo que, con bastante frecuencia, suele ser de por vida. En numerosas ocasiones sólo puede controlarse y no curarse, incluso son frecuentes las recidivas. Por eso se requiere del seguimiento de la terapia con una amplia colaboración del dueño y de toda la familia.
Para la prevención es importante una correcta socialización del cachorro, así como reducir el estrés del animal, una rutina diaria rica en estímulos, para conseguir una interacción dueño-mascota predecible y armoniosa.
Cuáles son las causas?
Entre las causas que pueden desencadenar este trastorno encontramos:
• Alteraciones neurobiológicas.
• Destete precoz u otras experiencias traumáticas tempranas.
• Falta de estimulación ambiental, escasa interacción con humanos y congéneres o situaciones de conflicto.
• Conducta para llamar la atención.
• Refuerzo no intencionado del comportamiento por parte del propietario al tratar de calmarlo o prestándole atención cuando realiza la conducta.
• Castigo inadecuado.
• Cualquier situación que cause estrés, frustración, ansiedad o miedo
• Cambios en el ambiente que pudieran resultar traumáticos para el animal como, por ejemplo, mudanzas, ausencia de algún miembro de la familia, estancia en una guardería, vacaciones o cambios en la rutina de los dueños, muerte de algún integrante de la familia humano o animal, llegada de un bebé a la casa, divorcio, etc.
• Puede ocurrir que el propietario intervenga para solucionar el problema con un castigo físico o métodos coercitivos como el uso de un bozal o de un collar isabelino, con el consecuente agravamiento del cuadro y el aumento de la ansiedad. Cualquiera de estos métodos está contraindicado. DRA. MARÍA VIRGINIA RAGAU
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